domingo, 15 de noviembre de 2015

Pensemos con el corazón

Conmocionado todavía por los atentados de París y asustado por las posibles consecuencias de estos repulsivos actos voy a utilizar, como siempre, este espacio como salida de escape.

Lo primero que me gustaría hacer es sumarme al dolor de todas las víctimas y de sus familiares y amigos, tanto de Francia como del Líbano, donde también sufrieron un terrible atentado el 13-N.

En segundo lugar, quiero expresar, sin que haya malentendidos, mi "alegría" por ver a tantas personas unidas, ofreciendo su casa, su coche, sumándose todos, formando uno contra el enemigo común que representa el odio de unas personas miserables. Me hace recuperar la fe en la humanidad, en que todavía hay gente buena, sensible y llena de amor por el mundo. 
Aprovecho para darnos un tirón de orejas general a todos, pues estos atentados nos han noqueado por completo y sin embargo las tragedias en el Líbano, Siria y en otros muchos países del globo pasan mucho más desapercibidas. Supongo y entiendo que es una reacción natural que nos preocupemos más de lo que pasa cerca de nuestra casa que de lo que pasa dos calles más abajo pero debemos tratar de sensibilizarnos con todo aquel que sufra, esté donde esté, pues eso también es humano. 

En tercer lugar, me gustaría tratar de aportar mi granito de arena a evitar que la xenofobia se extienda por Occidente y culpemos de los actos terroristas a gente tan inocente e indefensa como nosotros ante estos ataques. En estos dos días he oído y leído auténticas barbaridades que me dan asco y vergüenza. Solo pido reflexionar profundamente sobre lo ocurrido, y que tengamos en cuenta que nunca nadie ha apagado un incendio con gasolina ni tampoco con más fuego.

Son momentos muy difíciles, muy duros para todos, y por eso actuar con cierta "frialdad" es difícil, pero hay que buscar soluciones pacíficas al conflicto. Hay que perseguir de forma implacable a estos asesinos, investigar, buscarlos allá donde se escondan pero nunca nunca nunca bombardear ni arrasar países/regiones aleatoriamente, pues por un lado mataríamos inocentes, y por otro, generaríamos el caldo de cultivo perfecto para que nacieran nuevos radicales que se sumaran a cualquier grupo terrorista.
Sin eximirlos de ninguna culpa, pues lo que han hecho, lo que hacen y lo que seguirán haciendo no tiene justificación, los que se suicidaron son las primeras víctimas. Personas que los verdaderos culpables adoctrinaron desde niños o que no tenían un rumbo en la vida y fueron hábilmente manipulados. Personas que han entregado su vida, de valor incalculable, a cometer atrocidades contra otros seres humanos, a crear miedo, horror, a destrozar otras vidas...

Por favor, seamos prudentes, pensemos con el corazón. Una vez más, he escuchado la palabra utopía cuando he tratado de defender que esto no se gana con las armas, pero la realidad es que la solución a cualquier conflicto es que todos luchemos por construir pequeños espacios utópicos llenos de paz y amor que se sumen unos a otros y acaben siendo tan grandes que no haya ni un solo resquicio de rencor ni de odio. A gran escala, solo, no voy a poder solucionar nada, pero si alguien más se atreviera y tratara de sacar y expresar todo el amor que lleva dentro, sí. Además, fomentando el odio hacia otros seres humanos por su color, raza o religión las cosas solo pueden empeorar.

Por último, también me han dicho que si alguno de mis familiares hubiera fallecido no pensaría lo mismo, y quizá tengan razón, no lo sé, y espero no verme en esa situación. Eso sí, si en algún momento me ocurriera alguna tragedia similar, que ya digo que espero que no, ojalá fuera capaz de mantener este mismo mensaje. Sería una forma de comprobar si me creo lo que digo o hablo por hablar. Superar el odio o el rencor es una materia harto difícil, y dice mucho y bueno de quien lo consigue.

Ojalá todo el mundo construyendo utopías. Mejorar el mundo está en nuestras manos. Por desgracia, romperlo en pedacitos también. No entremos en el juego del terror.